martes, 22 de noviembre de 2011

Un Rayo de Sol

Hace ya bastante que no escribo pero como todo el mundo dice un bebé ocupa mucho tiempo y es eso lo que no me ha permitido plasmar unas palabras en "creciendo para vivir". 

Lola nació el día 10 de octubre, ya hace más de 40 días, "la cuarentena", y nuestra vida ha aumentado no sólo el número de la familia sino en FELICIDAD. 

El día 10 de octubre sobre las 6 de la mañana me desperté y no me podía dormir, pero en las últimas semanas de embarazo me ocurría muy a menudo, algo de insomnio, dicen que una se va preparando para cuando el bebé esté en nuestras vidas, el desorden del sueño. Sentía cierto malestar como cuando nos viene el periodo. Fran se levantó a su hora para ir al trabajo se estuvo arreglando y segundos antes de marcharse me dio por levantarme para ir al baño. Al ponerme de pie un chorreón cayó por mis piernas, le dije a Fran "esto no es muy normal", no fue mucha cantidad pero había sangrado un poco por lo que decidimos ir al hospital tal y como me habían instruido en el curso de educación maternal. 

Antes de ir al hospital Fran me hizo una foto como le pedí días antes para ver el estado final de mi embarazo. 

Al médico que me atendió casi le tengo que dar las gracias por ingresarme porque se ve que el sangrado no era de mucha importancia pero como había roto la bolsa te han de ingresar ya que en las siguientes 24 horas se ha de producir el parto para que no se produzcan infecciones. 

No tenía contracciones por lo que tuvieron que inducirme el parto. Estando ya ingresada llegaron los futuros abuelos. Mi madre estaba mega nerviosa parece que la que iba a parir era ella, jejeje. Sobre las 2 de la tarde me llevaron a las salas de dilatación donde ya no podía estar acompañada excepto de Fran. Me pusieron el gotero, las matronas que me atendieron del turno de las 3 de la tarde me dijeron que probablemente ellas no vieran nacer a mi niña porque la dilatación iba muy muy lenta. Por cada gota que caía del gotero cada contracción que sentía y cada vez el dolor era mayor. Cuando estaba dilatada de 2 cm gritaba para que me pusieran la epidural pero por lo visto hasta que no hayas dilatado de 4 o más centímetros no es posible ponerla. 

Mientras tanto Fran iba informando a los abuelos, que estaban fuera, de como iba todo.

Sobre las 5 de la tarde me ayudaron a terminar de romper la bolsa ya que la rotura de la bolsa amniótica no había sido del todo suficiente. Ello aceleró el proceso de dilatación por lo que en seguida pasé a tener 4 o 5 cm de dilatación. Minutos antes, más o menos durante 2 horas me había estado revolcando de dolor. Estuve muy inquieta sólo quería levantarme de la camilla porque estaba muy incómoda, quería ponerme de pie, estar incorporada, de cualquier postura menos estar tumbada en la camilla. Las matronas no hacían nada más que regañarme porque no controlaban el movimiento cardíaco de mi niña. Pocos minutos después de la rotura de la bolsa y expulsión del líquido tuve una gran sensación de empujar, al observarme la matrona enseguida me llevaron al paritorio porque Lola ya quería salir al mundo. 

Fue una gran alegría ir al paritorio señal de que los dolores iban a finalizar. Dicen que la dilatación es más dolorosa que la expulsión del bebé y efectivamente es así. Sabía que me iba a doler pero que ya había pasado lo peor. La expulsión también duele pero nada que ver, y el gritar lo máximo que pude me ayudó muchísimo. En 10 minutos mi niña vio la luz. 

Fran vio totalmente como nacía Lola y cortó el cordón umbilical. Él mejor que yo podría contar como fue naciendo Lola, fue muy emotivo y muy lindo. Allí a mi lado tenía a las dos personas que más quiero. Fran y mi Sol. Cuando la tuve encima mía, cerca de mi corazón, todos los dolores desaparecieron y mi vida fue iluminada más inmensamente. 

Lola, de momento, es una niña muy buena, no llora mucho, por las noches da cierta tregua, y para nosotros es la niña más linda del mundo, que vamos a decir los padres... que se nos cae la baba con ella. 

Esta foto de Lola es cuando cumplió un mes de vida. 


Ahora estamos aprendiendo a cuidar de una vida, labor muy complicada pero a la vez muy enriquecedora. Hay llantos que te asustan, gestos que te alumbran, sonrisas que te engrandecen y miradas que te embelesan. 

Nuestra nueva vida con nuestro Gran Sol, Lola.  

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